sábado, 16 de noviembre de 2013

Safari fotográfico por tierras de vinos

Se nos había pasado por la cabeza. No sé si fue transmisión de pensamientos o simplemente leerle el pensamiento al otro, el caso es que –tres de tres: Naslisa, El Extranjero y An Arco (quien esto escribe)- nos pusimos de acuerdo con prontitud en emprender una jornada de safari fotográfico por las tierras aragonesas. ¿Dónde? “Donde el cierzo nos lleve”, fue nuestra respuesta unánime. Pero no fue el cierzo, sino que fue Cronopia y su amado esposo quienes lanzaron nuestros pasos en dirección a Paniza, mientras ellos se dedicaban a buscar y rebuscar entre los pinos por si encontraban algún Lactarius deliciosus disfrazado de níscalo, rebollón o rovellón o  a algún Papá Pitufo con quien terminar alguna de sus bellas canciones. (Aclararé –entre nosotros- que si no hubiera sido por los rebollones del bar del pueblo, nuestros bienamados dos ni los hubieran probado).
Y así, sin prisas y sin pausa fuimos recorriendo los pueblos que encontramos a nuestro paso: Muel, Mezalocha, Paniza y Vistabella. En el primero detuvimos nuestros pasos a la busca de calentar las manos dándole al gatillo fácil de la instantánea, aunque también en el ansia de que el maestro Extranjero nos fuera mostrando, enseñando o refrescando todo cuanto no sabemos del arte fotográfico, que él controla y practica.
Y los tres –“tres es multitud” que dicen los sabios y que en nuestro caso actuó como una maquinaria bien engrasada o como un trébede sobre el que cocinar el guiso de nuestra amistad- retozamos como cabras por los senderos, callejas y parques para llegar resecos y aguzados por un teléfono móvil –el de un servidor- que no dejaba de sonar para apurar nuestros flashes.
Llegamos a Paniza y todo se hizo fácil: cervecitas, aperitivos, rebollones, chipirones, anchoas no (pese a que las pedimos ansiosamente). Así que deseosos de dar consistencia a la debilidad que se apoderaba a esas horas de nuestras pusilánimes extremidades, corrimos al mesón del pueblo y nos sentamos al calor de una estufa ecológica –de pellets, las llaman- y dimos buena cuenta de los manjares que nos ofrecía el menú del día. Tomamos nuestros postres –los nuestros eran bombas lapas disfrazadas de azúcar- el café y la copa y salimos pitando hacia Vistabella donde alcanzamos a la llegada de unos cazadores que traían sus trofeos en forma de jabalíes.
El sol se fue metiendo y el vientecillo que soplaba se fue tornando incómodo, así que nos subimos a los autos, emprendimos la vuelta al calor de la chapa y nos dejamos caer en nuestros domicilios a la espera de nuevos y fructíferos safaris futuros.
Os dejamos una muestra de nuestra caza.
Naslisa
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El Extranjero
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An Arco
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4 comentarios:

  1. Vistabella... Un bonito nombre para un hermoso lugar. Creo recordar que el río Huerv nace no muy lejos de allí. Además, tiene una ermita en un altozano que es un sitio muy agradable para estar. El pueblo es tranquilo y se respira el aire puro en toda su plenitud.
    La que no es muy bella vista es la de unos pobres animales matados a escopetazos, aunque debo admitir que me han parecido geniales esas fotos de “animales vivos” ¡Qué ironía tan brutal! Son fotos de las que impactan. Por otro lado, los perrillos, aun estando vivos no parecen muy alegres entre esas rejas, la verdad.
    Primeros premios, en mi modesta opinión, también para las tres fotos “de agua” de los tres artistas. Las de An Arco y El Extranjero, parecen cuadros impresionistas y en la de Naslisa el agua parece hablar.

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  2. Río Huerva, que me he "comido" la a.

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  3. Gracias, Gelovira, por tus amables y generosas palabras.

    Un abrazo

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  4. ¡Vaya vaya vaya con Gelovira!
    La verdad es que es generosa ya que nos ha dado un premio a cada uno de los tres por nuestras fotos. Yo ya estoy pensando en dedicarme a la fotografía profesionalmente...
    Como decía el periódico esta mañana: "mi hijo pensaba dedicarse a robar o a la fontanería, pero ahora ha decidido ser fotógrafo profesional" (20minutos.es)
    Pues aí me pasa lo mismo: las palabras de Gelovira han cambiado mi vida y ya solo la veo a través de la mirilla del objetivo.
    Gracias, Gelovira.

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